No es obligatorio vivir las pérdidas desde el sufrimiento, el nido vacío sí tiene solución.
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La familia constituye una parte esencial en nuestras vidas, sin embargo, no está exenta de atravesar por diversas etapas que conforman un ciclo que, evidentemente, llegará a su fin y dará paso a otras vivencias y a la evolución misma del núcleo familiar y de sus integrantes, quienes vivirán un proceso de adaptación y crecimiento personal. No obstante, son los adultos mayores quienes más resienten este cambio ya que han compuesto la base de la familia por muchos más años que el resto.
Esta situación puede dar pie a la presencia de síntomas físicos y emocionales desencadenados por el sentimiento de pérdida y/o abandono, dejando un vacío mejor conocido como “el nido vacío” al que difícilmente encontramos una solución oportuna, sin embargo, puede ser una oportunidad de crecimiento y de realización.
La mejor forma de superar esta transición es vivir el proceso como algo normal y no como algo traumático. Anticipar esta situación puede ser una vía de solución. La percepción que tengamos de la pérdida será crucial a la hora de adaptarnos a este nuevo estilo de vida.
En ocasiones, los padres viven este proceso como «una liberación» ya que son capaces de visualizar que han cumplido con su objetivo para con los hijos y ahora éstos últimos pueden «volar solos» siendo ahora el momento perfecto para dedicarse tiempos a ellos mismos y/o a la pareja ya que ahora se pueden realizar cosas que antes no se concebían, como viajar, contactar con viejas amistades, salir con otros matrimonios, retomar viejos hobbies o buscar nuevos, etc.,
A pesar de crear una nueva vida, muchas veces este proceso suele ser más complicado de lo que esperamos, sin embargo, existe una variedad de herramientas al alcance del que necesite enfrentarse a las posibles complicaciones: terapias psicológicas, grupos de autoayuda, actividades de recreación, estudio, nuevos panoramas laborales, etc. Acercarse a un profesional siempre es de gran ayuda.
