La irisina, conocida como la «hormona del ejercicio», se segrega en mayores cantidades durante la práctica de deporte. Al ejercitarse el tejido muscular, se libera irisina que entra en circulación en el organismo y es capaz de mejorar la capacidad cognitiva.
En 2012 se descubrió que actúa como mensajera entre los músculos y la grasa y que ayuda a quemar calorías durante y después del ejercicio. Su papel ayuda a explicar por qué la actividad física protege frente a la obesidad, la diabetes y otras alteraciones del metabolismo.
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